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sábado, 15 de diciembre de 2012

SENTADOS EN LA TERRAZA


Es triste pensar, que en estos tiempos puede interesar más un puñetero partido de fútbol, el ligue de un famosillo; que todas las guerras, hambre, dolor que existen en el planeta que llamamos tierra. A la gente que se preocupa por estos últimos se les mira raro y si alzan su voz: se convierten en un peligro.

Hace años, unos cuantos ya, me tocó estar en el ejército. Debo decir que no tenía ni idea de lo que era objetor, insumiso, ni nada parecido.

Aún así, lo que tenía claro es que era una situación absurda y que no era bueno ni sano para mi espíritu que me enseñaran a matar, a odiar ( con la patética excusa de todo por la patria).



Mi reacción era la de intentar opinar, decir lo que sentía, salirme de esa formación absurda del "un, dos, es , aro". Naturalmente eso eran arrestos y gritos contra mi persona. Un día decidieron que yo estaba loco, SÍ LOCO. Me encerraron en un hospital militar para hacerme pruebas. Si te portabas "bien" te sacaban a una terraza.

Eran ridículos, a la vez que miserables. Te quitaban las maquinillas de afeitar, no comías con cuchillo, ventanas de plástico con cerradura: Todo para evitar daños, pero los ceniceros eran platos de postre (cuantos intentos de suicidio he visto con los putos platos).



Algunos pacientes me decían: "buen momento para salvarte del  ejército". Me lo pensé mil veces, pero sería darles la razón y no la tenían, así que pasé un periodo esclavo de mis ideas, salí cuerdo y hoy en día sigo pensando que la solución es una sonrisa y una suave mirada, antes que un proyectil.

No creo en el ejército, mirar a lo largo de la historia para que ha servido...... Muerte, tristeza, hambre, corrupción; ¿Os parece poco?

SENTADOS EN LA TERRAZA, fue escrito en esa terraza, donde mi cuerpo estaba, pero mi alma volaba entre pirámides de nácar.



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